
Hay muchas Semanas Santas por toda Andalucía, a cual más bella. Sevilla
madre y maestra, Málaga señorial de tronos, Granada gitana y cofrade, Huelva
marinera, Cádiz noble y peculiar, Córdoba musulmana y cristiana, Jaén distinta
y bella y Almería joven y admirada. Cada una a su forma, eso es lo que hace
grande a la Semana Santa andaluza. Pero aparte de las ciudades capitales de las
provincias, existen los pueblos, en los que se esconde una bella y única Semana
Santa, muy arraigada a las familias de cada localidad.
Necesitaríamos un blog aparte para hablar de cada Semana Santa de cada
pueblo, es por ello que os invitamos y animamos a que busquéis estas Semanas
Santas peculiares de la sierra, de la costa, de las campiñas, de cada punto de
Andalucía. Nosotros si os informamos de una ruta en el centro de Andalucía,
denominada Caminos de Pasión. Se trata de un programa que cuenta la Junta de
Andalucía en el que están inscritos 8 pueblos para conocer y recorrer. 8
pueblos con una Semana Santa muy peculiar y, sin dudas algunas, con una belleza
indiscutible, muy rica en patrimonio y muy bien mimetizado con cada pueblo.

Alcalá la Real, Jaén.
Durante
la Semana Santa, en Alcalá la Real se mezcla la religiosidad con la algarabía
popular. Es el único municipio jienense de Caminos de Pasión. De aquí es
el arresolí, un licor de café de origen árabe, pero allí me dicen que no tiene
nada que ver con el casi homónimo resolí de Cuenca. Y allí está la Fortaleza de
la Mota, pero me dicen que es diferente del Castillo de la Mota de Medina del
Campo.
En
la imagen, la Iglesia de San Juan Bautista, un singular conjunto formado por la
iglesia (s. XVI), el patín, la sacristía y otras dependencias. Muestra un
marcado contraste entre la cal blanca y ocre de la piedra berroqueña.
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Baena, Córdoba.
La
Semana Santa baenense se caracteriza por su color y el omnipresente y
reiterativo redoblar de los tambores. Esta localidad cordobesa conserva
vestigios de las diferentes civilizaciones que la ocuparon: íberos, romanos,
visigodos, musulmanes, cristianos...
En
la imagen, la Plaza de Marinalba, en la que se alza el Crismón, cruz visigoda y
controvertido símbolo del cristianismo.
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Cabra, Córdoba.
Los protagonistas de la Semana
Santa de Cabra son las 29 hermandades de esta población cordobesa: judíos y
romanos, tambores y trompetas, añafiles o «abejorros» (trompetas alargadas)...
En el recientemente creado Museo de la Pasión de
Cristo se expone un minucioso trabajo del escultor sevillano Juan
Manuel Miñarro sobre el Santo Sudario de Turín.
En la imagen, el patio del
Círculo de la Amistad o «Casino de Cabra», fundado en 1853, situado en el
antiguo convento de San Juan de Dios tras la Desarmortización. Un maravilloso
patio andaluz, lleno de macetas y con una pequeña fuente, que se conserva igual
a como lo describiera Juan Valera en su novela Pepita Jimenez.
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Carmona, Sevilla.
Lo
más destacable de su Semana Santa puede que sea el sobrio vía crucis que se
desarrolla entre los muros de piedra de sus estrechas calles. Encrucijada
estratégica, a solo 30 km. de Sevilla, siempre fue una plaza fuerte natural.
En la imagen, una perspectiva privilegiada de
la población desde la Torre del Oro. Rompe la panorámica el magnífico
campanario de la iglesia de San Pedro, con su inconfundible estilo
tardogótico andaluz de los siglos XV y XVI. Esta atalaya recuerda a la Giralda
y, como aquella, está coronada por una escultura de bronce (giraldillo) que le
sirve de veleta.
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Lucena, Córdoba.
Más
de treinta pasos al ritmo de un peculiar toque de tambor caracteriza su Semana
Santa. Conocida como «La Perla de Sefarad», Lucena fue una de las mayores poblaciones
judías de la Península Ibérica... y de Occidente.
En
la imagen, el calvario del Santuario de María Santísima de Araceli, a 6 km. del
casco urbano. Sus vistas privilegiadas sobre tierras de cinco provincias
(Córdoba, Jaén, Granada, Málaga y Sevilla) hicieron exclamar al Nobel Camilo
José Cela que este es uno de los paisajes más bellos de España.
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Osuna, Sevilla.
Su
Semana Santa es una fusión sevillano-granadina en la que se lucen unas
excelentes tallas de Juan de Mesa.
Osuna,
la Urso íbera, tuvo su mayor esplendor en el periodo de Al Andalus, cuando con
el nombre de Osona era un centro cultural de primer orden. De entonces conserva
muchas singularidades, como el arte del cordobán y el guanamecí, formas propias
de tratar la piel.
En
la imagen, la cripta de la colegiata de Nuestra Señora de la Asunción (1535),
uno de esos tesoros bien guardados de los Caminos de Pasión. Una pequeña
capilla que es una reproducción a pequeña escala de una iglesia de tres naves,
por lo que se la conoce como «la catedral más pequeña del mundo».
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Puente Genil, Córdoba.
Puente
Genil, Córdoba, vive su Semana Santa en un aparente desorden cargado de gran
religiosidad.
En
la ciudad del río Genil abundan las singularidades. La «Mananta», por ejemplo,
que es la deformación fonética con la que allí se denomina a la Semana Santa. O
la figura de la Vieja Cuaresmera, una abuela del pueblo cargada con las viandas
típicas de la Semana de Pasión.
En
la imagen, Fuente Álamo, un yacimiento arqueológico a solo 3 km. de la ciudad,
correspondiente a los últimos cinco siglos de la dominación del Imperio Romano
en el sur de la Península Ibérica.
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Priego de Córdoba, Córdoba.
Toda
la pasión austera y solemnidad de su Semana Santa se rompe el Viernes Santo
cuando una muchedumbre de costaleros intenta acercarse al paso de Nuestro Padre
Jesús Nazareno para portar sus andas.
Uno
de los muchos adjetivos que mejor describen a Priego de Córdoba es «barroco».
Perla de este estilo gracias a sus palacetes, iglesias y edificios construidos
durante el opulento s. XVIII. Pero su casco antiguo, el Barrio de la Villa,
declarado conjunto histórico-artístico en 1972, olvida lujo y pompa y se nos
muestra como un dédalo de sencillas callejuelas peatonales de origen árabe,
enjalbegadas y repletas de macetas de flores.
En
la imagen, la barroca Fuente del Rey, Monumento Nacional y orgullo de los
prieguenses, con sus 139 caños que manan agua incesantemente.
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