Montilla, ciudad del vino
El milagro se repite cada año. En el mes de septiembre, Montilla se viste de gala para celebrar el ancestral rito de la vendimia. Las altas temperaturas que se registran en la Campiña durante los meses de verano permiten alcanzar a las uvas su grado óptimo de maduración.
Pero sin duda la visita a la ciudad del vino consistirá en conocer de cerca su paisaje, forma de vida, el cuidado del cultivo, degustar el vino de las tinajas o aprender de sus vinos generosos en sus bodegas. Deleitar los sentidos con el maridaje del vino en su gastronomía y compartir la simpatía y encuentro en las típicas tabernas y en los centros del vino dedicados a mostrar lo mejor de los montillanos.
Gastronomía
La gastronomía montillana es rica y variada. Esto se manifiesta en la elaboración de diferentes platos, además de la elaboración de postres y dulces propios.
Entre los platos más laboriosos se pueden señalar “riñones al Montilla”, apoyados en sus vinos finos. “Alcachofas a la montillana” preparadas con vino amontillado, “solomillo al oloroso” y la “merluza al Pedro Ximénez con pasas”, y entre los más simples encontramos el “picadillo de tomate o naranja” y “el gazpacho”.
A partir del mosto no sólo obtenemos los afamados vinos de esta zona, sino que también se abre un abanico de postres y posibilidades como son las “gachas de mosto”, y el “arrope”, líquido denso, oscuro y muy dulce, que se utiliza para la elaboración de otros platos.
Por otro lado, encontramos gastronomía vinculada a ciertas fiestas, como son las “gachas con cuscurros” en el día de Todos los Santos, o “pestiños y borrachuelos” en Semana Santa.
Entre las especialidades confiteras montillanas están los “alfajores”, “rosquitos de vino”, “pastelón de cabello de ángel” (único en su género), que mantienen una elaboración artesanal invariable.
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