martes, 29 de septiembre de 2015

Esa Andalucía que enamoró a los románticos...

Los bandoleros, contrabandistas y flamencos son protagonistas principales de la atmósfera legendaria que envuelve a la Andalucía romántica. Personajes como José María El Tempranillo o lugares como la Cueva del Gato forman parte de esta mitología.
 
El romanticismo eligió Andalucía y la reinventó. Su paisaje montañoso y multicolor, sus recónditas y arriesgadas sendas, sus misteriosas ruinas, el trazado árabe de sus pueblos y ciudades, y, sobre todo, su ambiente vivo y popular atrajeron la sed de aventura y la moda viajera de unos europeos que huían del racionalismo y la modernidad.
 
Ingleses, franceses y alemanes navegaron y cabalgaron a lo ancho y largo de Andalucía, en busca de contrastes y exotismo. No todos los viajeros eran iguales, sin embargo. Muchos preferían aquellas rutas que, además de mostrar atmósferas pintorescas y monumentos relevantes, eran seguras y contaban con transportes regulares.
 
Los libros de viajeros y las guías, que por aquella época empiezan a publicarse en Europa, orientaban sus itinerarios. Otros, por el contrario, optaban por sendas menos convencionales, en las que, a cambio de sufrir mayores incomodidades y peligros, tenían acceso a un mundo singular e inexplorado.
 
Tampoco toda Andalucía despertaba igual expectación. La sensibilidad romántica pone de moda unos monumentos y paisajes, y se desinteresa por otros.
 
Las ruinas y la arquitectura árabe y medieval son los reclamos de estos hombres que añoraban la recuperación del pasado a través de lo imaginario ; de igual modo, el paisaje agreste y duro, el precipicio, la montaña y, en definitiva, la atracción del abismo y la libertad de lo bravío, del campo sin rotura ni delimitar, son sus medios predilectos.
 

De Sevilla a Granada. Ruta de Washington Irving.

 
Esta ruta recorre los pasos que en 1829 siguió el escritor romántico y diplomático norteamericano Washington Irving, fascinado por la riqueza y el exotismo de la civilización hispano-musulmana. Una arteria de comunicaciones establecida muchos siglos antes, que, en la Baja Edad Media, sirvió de vía comercial entre el sur peninsular cristiano y el reino nazarí de Granada. Ruta que, como otras, tuvo un marcado carácter fronterizo. De tregua en tregua, salían para Granada desde las campiñas sevillanas productos agrícolas y ganado, que se trocaban por especias, colorantes, paños y sedas. En sus etapas, el itinerario atraviesa tierras cargadas de una extraordinaria riqueza paisajística y monumental, parajes, pueblos y ciudades repletas de evocaciones históricas, legendarias y literarias. El trayecto une las capitales de las dos Andalucías tradicionales, la Baja y la Alta; dos llanuras, la Campiña y la Vega, separadas por un sugerente viaje accidentado. El camino oscila entre Sevilla y Granada, las dos estaciones obligadas del tour romántico que desde los albores del siglo xix proyectó la imagen de Andalucía en Europa, atrayendo una multitud de artistas, escritores, curiosos y todo tipo de viajeros.
 
La ruta de Washington Irving se ciñe básicamente al trayecto, de unos 250 km., de la autovía A-92 entre Sevilla y Granada por Antequera. Realiza, además, algunas incursiones a los lados de este eje central: al principio, por el norte, se acerca a Carmona, Marchena y Écija; más adelante se desvía en dirección a Montefrío e Íllora, también al norte; por último, visita Alhama de Granada, unos kilómetros al sur de la A-92.
 
 

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