miércoles, 26 de agosto de 2015

Almuñécar, más que un pueblo de costa.

Almuñécar, un municipio que se convierte en más que un pueblo de costa. Situada entre la montaña y el mar Mediterráneo, sus temperaturas y las corrientes marinas hacen que Almuñécar tenga un clima y vegetación tropical, que lo constituyen como un lugar sin igual, exclusivo y único en toda Europa. Siendo por ello enclave principal de la que se conoce como la Costa Tropical de Granada.
Almuñécar no es sólo un importante destino turístico, sino también, sus valles le proporcionan ser el principal punto de producción y comercialización de frutas subtropicales como el mango, chirimoyo y aguacate, entre otros.
Por todo ello es un lugar que no te puedes perder visitar y, obviamente, nosotros te invitamos a recorrer.
 

Un poquito de historia...

Aunque sus orígenes se remontan a la Edad de Bronce, fueron los fenicios los que crearon el núcleo urbano al que dieron el primer nombre con el que fue conocida, en latín se tradujo como “Sex” o “Sexi”. Posteriormente en la época romana por resultar una plaza importante de ayuda a Julio César, se le cambió por Firmum Iulium Sexitanum.
Su nombre actual se debe a la época musulmana de Al-Andalus en la que se le llamó “ḥiṣn al-munakkar” que significa fortaleza rodeada de montañas.
Cabe destacar también que fue el lugar donde desembarcó de su huida y exilio Abderramán I en el 755, el cual posteriormente iniciaría la era del Califato de Córdoba.
 

Recorrido por el pueblo.

Almuñécar ofrece al visitante un sinfín de posibilidades y actividades, ya sea el hecho simple de pasear por sus calles y disfrutar tanto de su encanto como del ocio nocturno en sus numerosos bares y locales, como el de visitar sus monumentos y parques, gozar de sus preciosas playas, además de descubrir su impresionante naturaleza, sus cascadas, ríos y un largo etc.
 
De sus monumentos podemos destacar el Acueducto Romano del siglo I el cual se sigue utilizando actualmente para el regadío.
 
La Fábrica Romana de Salazones, cuyos restos todavía se conservan y que datan del siglo V a de C. Siendo la salazón de pescado la principal actividad en aquella época.
 
El Castillo de San Miguel, construido en el siglo XVI durante la época musulmana, se conserva en perfecto estado siendo una visita obligada por su impresionante belleza.
 
Entre sus parques y jardines destacamos entre otros el Jardín Museo Bonsai es uno de los más importantes de Andalucía por la variedad y número de plantas.
 
El Parque Botánico y Escultórico El Majuelo que cuenta con una importante colección de plantas y más de 120 especies de aves.
 
Para disfrutar de la naturaleza podemos hacerlo en el Parque de La Naturaleza Peña Escrita.
 
Almuñécar dispone de veintiséis playas, entre las que destacan la de La Herradura y San Cristóbal. Especial se hace el paraje de Maro-Cerro Gordo, con sus acantilados y su enorme riqueza submarina, constituyendo todo un tesoro marino para disfrutar del buceo y la pesca submarina.

jueves, 13 de agosto de 2015

Esos secretillos que guarda Cabo de Gata.

Hace poco más de medio siglo, Juan Goytisolo recorría la comarca de Níjar y, al acercarse a Agua Amarga, anotaba que era “la tierra más pobre de España”, en la que solo había “lagartos y piedras”. Hoy, milagros del turismo, Agua Amarga es el pueblo más deseado de la costa almeriense, con hoteles-cortijo de diseño, clubes de hípica y buceo, spas y otras delicadezas que hubieran resultado incomprensibles para los cuatro pes-cadores que vivían antaño. De aquella antigua aldea dedicada a la almadraba, quedan unas cuantas calles y costanillas bien conservadas en el centro y las barcas varadas en la playa del pueblo. No es esta, sin embargo, la playa más bella de Agua Amarga, sino la cala de en medio.
 

Cala de Enmedio.

Una pequeña ensenada escondida a un kilómetro y medio, hacia el sur, que hechiza al visitante por sus arenas y rocas blanquísimas, las cuales sacan a relucir los colores más llamativos de la paleta marina: turquesa, esmeralda, verde botella..., y donde resulta obligado ponerse unas gafas para bucear en estas aguas de fantasía.

Para llegar a la cala de Enmedio hay que andar media hora desde Agua Amarga, subiendo por la calle Depósito y luego por el cerro del Cuartel. Es una senda sencilla, bordada de tomillos, lirios y siemprevivas, que conduce sin pérdida posible hasta la playa perfecta: 130 metros de arena brillante, flanqueados por acantilados cóncavos y ex-tensas plataformas de calizas arrecifales, tan blancos que el observador podría creerlos de hielo, si ésta no fuera la esquina más árida y ardiente de la península Ibérica.




Ruinas del Cargadero Mineral y Playa de los Muertos.

Otro lugar cerca de Agua Amarga que es una muy buena idea visitar (a pie o en coche) son las ruinas del cargadero de mineral que hay camino de Carborenas, donde se embarcaba el hierro transportado hasta aquí en ferrocarril desde las minas de Lucainena, en la Sierra Alhamilla, y que estuvo en funcionamiento de 1896 a 1942. La vista es bárbara, sobre todo al atardecer. Tampoco está mal lo que se ve desde el faro de Mesa Roldán, que se alza desde 1863 entre Agua Amarga y Carboneras, a más de 200 metros sobre el mar. Más al norte, ya casi llegando a Carboneras, se encuentra la playa de los Muertos: un kilómetro de menuda grava blanca asombrosamente rectilíneo, por el que sienten una misteriosa querencia los cuerpos de los náufragos, de ahí su nombre.
Una ruta espectacular en coche, desde Agua Amarga, es la que recorre todo el litoral volcánico del parque natural del Cabo de Gata: 40 kilómetros de playas solitarias, molinos de viento y blancos pueblos de aire moruno.

 

 

 

Mirador de la Amatista, la Isleta del Moro y... San José.

Un cambio de rasante brutal, como de montaña rusa, conduce al mirador de la Amatista, tremendo despeñadero desde el que se dominan los 20 kilómetros de calas y promontorios que se suceden hasta la torre de la Vela Blanca, junto al cabo de Gata. Y una bajada fuerte y revirada, de segunda marcha, a la Isleta del Moro, la aldea de sabor más marinero de la comarca, con sus peñones gemelos llenos de gaviotas, sus barcas varadas en la orilla y su blanco caserío relumbrando sobre un fondo de palmeras.

Al final de nuestro camino, aparece San José, un lugar civilizado para estos desiertos, pero perfecto para tomarse una cañita con su tapa de jibia en salsa antes de continuar, ya por pista de tierra, hacia las famosas playas de los Genoveses, Barronal y Mónsul. Demasiado famosas y concurridas. No como la casi secreta cala de Enmedio.